sábado, 12 de diciembre de 2015

El Forastero.

-¿Acaso has perdido la razón? alguien le preguntó,
Hacía mucho que la poca razón que le quedaba a aquel forastero se había esfumado, y con el tiempo el mínimo  de cordura se reducía a inconstantes y efímeros momentos de lucidez.
En lo que parecía ser otro momento de desvarío levantó la cabeza y con una mirada firme al cielo y una voz que suponía enojo y denotaba amargura, exclamo como si alguien más lo escuchara.
-Estoy claudicando, mi cuerpo envejece y lentamente mis fuerzas están siendo aniquiladas con las horas, mi tiempo se acaba, mi condena será aun mayor al término de este día, después de todo, ganaste.

Todos en aquel lugar se preguntaban quién era aquel oscuro personaje, nunca antes lo habían visto por aquellas tierras y el misterio que lo envolvía era evidente a la vista de todos. Rápidamente por todo el lugar se difundió la fama de aquel extraño hasta llegar a oídos de la que todos consideraban la persona más sabia y respetable de aquel pueblo, una anciana de 105 años a los que constantemente acudían por algún consejo. Muchos decian que tenia algun tipo de pacto con el diablo ya que en todos los casos sus predicciones eran acertadas, esta vez parecía no ser la excepción. 

-Acaso se trata de... musito suavemente haciendo una pausa con un fuerte matiz de asombro que se reflejaba en la expresión de su rostro. Un temblor sacudió todo el cuerpo de Noelia, así era conocida en toda aquella región, mientras que el terror se hizo evidente en sus desorbitados ojos.
Pero su murmullo fue interrumpido por el forastero, y como si de algo en común se tratara sus miradas se encontraron fijamente, mientras el caminaba suave y pesadamente hacia ella. 

-Que ha pasado contigo? Preguntó Noelia.
-Mi tiempo se acabó, dijo el forastero con voz pausada y agonizante. Su mirada denotaba una profunda tristeza y en su rostro se podía ver la amargura de alguien vacío por dentro. 

-Cuando estuve en mi lecho de muerte hice un pacto con un ser poderoso fuera de este mundo, el ofreció extenderme la vida durante 50 años a cambio de una eternidad atormentado en algún lugar cuando muriera, y yo acepte, al término de ese lapso yo debía cumplir con la parte del trato que me correspondía, justo hoy se cumple ese tiempo.
 Dijo más - No tengo miedo a morir ni al tormento que me espera, mi mayor condena ha sido vivir sin haber amado una sola vez, dejar de respirar sin saber lo que esa palabra significa realmente en la vida de un hombre.

La hora señalada había llegado, el cielo quien siempre fue el gran ausente esta vez pedía a gritos ver los últimos instantes del forastero en la tierra de los mortales, y la muerte como llena de júbilo y regocijo ansiosa esperaba su último suspiro.

-Puede acaso alguien burlarse de la fría muerte y romper su pacto con ella? ¿realmente existe aquel sentimiento llamado amor el cual me fue esquivo por cinco décadas? Agregó el forastero en lo que serían sus últimas palabras. La anciana lo miró y con una sonrisa muy sutíl le confesó en un tono muy pausado,  - Creo que te encontraste con el amor varias veces y nunca lo viste, nunca entendiste que debías amar también las raíces porque un día vendría el otoño y ya no estarían las flores, y para contestar a tu pregunta, continuó la anciana...  Yo tambien hice un pacto y me burle de la muerte, mis días se han extendido, será pronto cuando estemos de nuevo cara a cara. 
Ahora es tarde para ti, han venido a verte, finalizó.



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